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POR EL DÍA DEL PADRE

Quiero dedicar este día a los padres del mundo, a todas las personas que han hecho y hacen de padre de alguien en este mundo, a todas las personas que son padres de ideas, proyectos e historias.

Porque padre es una persona por encima de cualquier cosa, sin distinciones de género, de raza o de país, sin privilegios ni restricciones… la paternidad es una función básica de la creación. Padre es la semilla que germina en el que campo que comparte su fertilidad para juntos, dar su fruto: hijos, hijas y familia. Padre es una persona que, con su ejemplo, con su trabajo, con su fuerza permite que las raíces de una nueva vida crezcan, se fortalezcan y, un día sean lo suficientemente sólidas como para poder permitir emprender un nuevo camino, tu camino.

Padre es callar el dolor, porque los padres no lloran, no se quejan, aparentemente no sufren. Trabajan y nos protegen siendo esta su manifestación del amor, una manifestación no siempre reconocida, tanto es así, que es incluso, a veces, denostada.

Padre es no contar las horas de desasosiego provocadas por la incertidumbre de no saber si estás haciéndolo bien, por la necesidad de hacerlo mejor, de darlo todo por tu familia y el miedo a que no sea suficiente… pero el padre calla y sigue, sigue porque el amor de un padre es inquebrantable, a veces silencioso, incluso incomprendido. Su amor y su lealtad a la familia se podría medir en lágrimas tragadas, palabras no dichas y sueños sacrificados en un intento de hacer lo mejor para todos… son los padres a los que, a lo largo de la historia, nadie les ofreció la posibilidad de ser personas sensibles, de pedir un abrazo en el que encontrar consuelo. Son padres que van a la guerra, padres que “se quedan en la puerta”, que sufren desde la puerta para que la que pase sea mamá, ese fértil campo en el que su semilla cayó, madres con poder en forma de abrazo, de caricia, de la palabra precisa… una madre que “puede pasar” porque papá se queda en la puerta tragándose su dolor y velando porque todo esté bien.

Son padres antiguos, vestigios de una paternidad y de una Sociedad caduca que castra al hombre y le obliga a ser un guerrero ausente.

Yo creo en un nueva paternidad, en realidad creo en que debemos recuperar una paternidad ancestral, natural y universal en la que padre no sea un hombre o una mujer, en la que madre, no sea una mujer o un hombre, sino que ser padre sea una función que cualquier persona pueda desempeñar porque un hombre también puede poseer ese poder que se manifiesta en forma de abrazo, de caricia y de la palabra precisa… una persona que “puede pasar” porque otra persona “se queda” en la puerta tragándose su dolor y velando porque todo esté bien.

Mi padre no es el mejor o el peor padre del mundo, es el padre gracias al cual yo nací, es el padre que, junto a mi madre, creó un hogar en el cual nació su familia, mi familia. Ambos lo hicieron, lo hacen y lo harán la mejor manera que supieron, saben y sabrán hacer. Y yo les estaré eternamente agradecido por la vida, porque en ellos empieza mi camino y el de mis hermanos, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos…

Padres del mundo, es hora de parar durante un día, de mirar a los lado, de mirar hacia atrás para contemplar el resultado de tus desvelos y de sentir como una lágrima de emoción, expresión de orgullo y liberación del dolor contenido, os recuerda que este es vuestro legado. Pero recordad que vosotros también sois hijos de la vida y que como hijos también necesitáis un abrazo, una caricia y la palabra precisa, sabed que tenéis derecho a ello.

Todos podemos ser padres de nuestro niño interior, abrazarnos y darnos ese consuelo, esa guía y esa intención creadora de ese aliento divino que creará vida en nuestro propio corazón.

Hijos e hijas del mundo, es el día para recordar a nuestro padre, es el momento de agradecer y es el momento de tenderles esa mano de hijo que reconoce en la mano firme de papá, una firme y amorosa guía para recorrer el camino.

A mi padre, a tu padre, a los padres: gracias por ser semilla, gracias por ser el sol y el viento, gracias por ser norte y por tus silencios.

Desde mi gratitud, tomo conciencia de que eres, por encima de todo un ser humano y te ofrezco mi mano para que sea también tu guía, tu firme guía para cuando, cansado por tantas batallas que has librado y sigues librando por tu familia, sientas tus piernas flaquear y sea mi mano la que te guíe en tus últimos pasos… tranquilo, camina despacio, hoy soy yo el que te acompaña, hoy soy yo el que se queda en la puerta pero pasaré un rato darte un abrazo, una caricia y decirte la palabra precisa:

Gracias papá.

Mi legado, tu libro: “El Poder de la Acción”

Hacer de mi vida una historia digna de ser contada, significa cumplir con mi gran sueño, ese que le da sentido a mi vida. Ese gran sueño, para mí implica dejar un legado como los que yo he recibido.

De eso trata este libro, del legado que alguien puso en mí y que me ha permitido mantenerme inquebrantable en mi camino.

En este libro podrás ver el modelo de la imagen que aparece a continuación, pero no es un libro de teoría, es un libro de vida, en ©él cuanto parte de mi historia, aclaro conceptos y hago una apuesta en firme: solo desde la libertad podemos cumplir nuestro gran sueño. El ejercicio de la libertad (somos libres pero dejamos de ejercerla) solo se alcanza desde el trabajo y el crecimiento personal (Espiritual, Mental, Físico y Material).

Este libro es la primera “gran semilla de eternidad” (me permito usar esta hermosa frase de la religión egipcia) que dejo como parte de mi compromiso con la vida, con sus hij@s, con la construcción de un mundo mejor desde la construcción interior de cada un@ de nosotr@s.

No hay dos ejemplares iguales, ya que tú, querid@ lector/a eres el 50% de cada ejemplar, hazlo tuyo, reescríbelo con tu historia, vierte tus sueños en él, óyelo, saboréalo, míralo y huélelo… no va a haber dos ejemplares iguales por lo que tu libro, será una joya única. Cómo no podría ser de otra manera, te invitaré a que lo hagas, te repetiré una otra vez: HAZLO, Y SI TE DA MIEDO, HAZLO CON MIEDO… pero no vale que lo hagas de cualquier manera: HAZLO DESDE EL CORAZÓN y así tú también tendrás un legado y habrás empezado a hacer de tu vida una historia digna de ser contada.

Te presento mi legado, tu libro.

Para adquirir tu ejemplar, pincha en el libro.

El camino

Todo llega, me decían de pequeño en casa. Y sí, todo llega.

En la vida, todo tiene su proceso. Si quieres recoger manzanas, deberás cultivar la tierra, plantar una semilla o un árbol, cuidarlo y esperar a que dé sus frutos y a que ningún contratiempo interrumpa el proceso. En los proyectos vitales, en el mundo del emprendimiento, en el crecimiento personal, también ocurre.

Cuando conocemos historias de éxito, es frecuente prestar poca atención al proceso y sacar la conclusión de que, “el éxito, solo está a una decisión de distancia”. Se nos olvida que, esa persona de éxito, está hablando, en este momento, desde su actual estado de conciencia, el cual es la consecuencia de una conquista que empieza, sin duda, con una decisión, pero que solo se alcanza tras recorrer un camino. Esa persona también empezó de cero, cometió errores, tuvo dudas…. pero siguió y si le dio miedo, lo hizo con miedo. Es haciendo como se alcanza el ser, es haciendo como encuentras tu lugar en el mundo, es haciendo como adquieres la experiencia, es haciendo como alcanzas tu objetivo, es haciendo como te descubres e identificas con aquello que le da sentido a tu vida.

Debemos mantener un equilibrio entre la tibieza/condescendencia en un extremo y la rigidez/implacabilidad en el otro extremo. La clave es la firmeza y la tolerancia, ser flexible, comprensivo con el esfuerzo y sobretodo, aceptar que el error es una consecuencia natural del ejercicio de la libertad. Dedicaré una entrada al “error” dada la gran importancia y fuerza que tiene comprender integrar el error en nuestra vida y en la relación con los demás.

Desde este equilibrio, al cual me refería, debemos iniciar el proceso de toma de decisiones y recorrer el camino y provocar que “ese todo llega” se materialice y se traduzca en un “yo hago que aquello que persigo ocurra”, nunca olvidemos que el resultado no nos pertenece, lo que sí nos pertenece es la decisión de poner el trabajo necesario.

Por otro lado, debemos actuar siempre con la humildad de entender, que no todo lo que nos propongamos será conseguido, pues la decisión y el trabajo, no es sinónimo de logro… solo conocemos las historias de los que lo “han conseguido”, solo nos impresionan las historias del número 1 del mundo, como si fueran los únicos que han hecho lo adecuado. Esta suerte de pensamiento mágico (ya hablé de ello en la entrada “Alcanza el éxito, tú puedes”), viene de planteamientos que hunden sus raíces en los principios de la rigidez de la ortodoxia teológica que fundamenta el éxito en una identificación sacrificio – mérito – merecimiento, de tal manera que se eliminan de la ecuación factores clave como el talento, el azar, la constancia, la competencia, etc. Es muy ingenuo pensar que aquel que “lo consigue”, lo hace porque ha hecho “lo correcto” y si no lo has conseguido es porque no has hecho lo correcto.

Una vez más habrá que recordar que el éxito es relativo y subjetivo, para mí correr una maratón en 4 horas y 7 minutos fue un gran éxito aunque el récord mundial sea justo la mitad de tiempo. Para una persona enferma éxito es ver amanecer un nuevo día…

La única fórmula que conozco, que identifico en mi propia experiencia y en la personas de éxito es la constancia, la actitud de mejora continua, el respeto a las diferencias y proceso de los demás y la firmeza, determinación y compromiso con mis propios retos.

Con este equipaje, emprendamos la senda que nos ha de llevar al lugar al que queremos llegar, teniendo siempre presente que, si estás haciendo aquello que le da sentido a tu vida, ese camino, ya es, en sí mismo consecuencia de una conquista y estaremos viviendo la vida que queremos vivir y por ende, estaremos haciendo de nuestra vida una historia digna de ser contada. Y entonces, todo habrá llegado.

Vamos, a qué esperas, ¡empieza!

Querido amigo miedo

Sobre el miedo, hay muchísima literatura, puedes leer y aprender mucho. Pensemos que el miedo es solo una emoción, con la misma importancia para la vida y la supervivencia, ni más ni menos, que las otras tres emociones básicas (alegría, tristeza, rabia), por lo tanto, no tiene entidad como tal. Si vemos un perro que nos amenaza y sentimos miedo, tengamos presente que el peligro, la amenaza, es el perro, no el miedo. El miedo, es solo una señal que activa una serie de patrones de respuesta. Por lo tanto, como ocurre con el hambre, es una información que nuestro sistema nervioso produce para que la tengamos en cuenta y actuemos en consecuencia después de evaluar la situación. Podríamos decirlo de una manera muy simple:

EL MIEDO ES SOLO UNA SEÑAL DE AVISO

Pero tendemos a no evaluar nada, hemos aceptado el poder del miedo para determinar nuestras reacciones sin pararnos antes a respirar, analizar y decidir conscientemente. De tal manera, que ante cualquier señal amenazante, dejamos que el miedo intervenga, se haga con las riendas de nuestra vida y entonces activamos todo el arsenal de respuestas a nuestra disposición (parálisis/evitación, huida, ataque, ansiedad…). Y es que le hemos dado al miedo el derecho a ocupar el timón de nuestra vida cuando él quiera, de tal manera que ya es una suerte de “interventor judicial” con plenos poderes para llegar y hacerse cargo de todo sin que nosotros cuestionemos nada, sería algo así como: tengo miedo, me paro, no lo intento, me cruzo de acera, no llamo, salgo corriendo, etc. y no nos cuestionamos que es solo un aviso ¡que no debemos desoír pero sí podemos desobedecer!

Pensemos que si el miedo es solo un aviso, podemos desobedecerlo, ¿verdad? Igual que puedo oír la señal del despertador y desobedecer su mandato de levantarme, puedo no hacer caso a la señal del miedo. Por lo tanto, no se trata tanto de eliminar el miedo, algo que ni podemos hacer, ni debemos hacer dada la importancia que, para la supervivencia, tiene. Se trata, más bien, de actuar a pesar del miedo. Parece que se impone una visión sobre el tema, con mensajes del estilo: “no tengas miedo”. Al respecto tenemos que hacer las siguientes consideraciones:

  1. El miedo es algo natural, adaptativo y sano. Gracias al miedo, tenemos información de los posibles riesgos que nos pueden acechar. Por lo tanto, tiene una función de protección.
  2. El miedo es solo una señal de alerta. Ya lo decíamos antes, ante una señal, somos libres de actuar de una manera u otra.
  3. También hemos comentado, que las grandes gestas, se han hecho acompañadas de grandes dosis de miedo. La clave es no dejar que el miedo te paralice. “Hazlo, si te da miedo hazlo con miedo.”

Podemos reformular la afirmación anterior “no tengas miedo” por “vence tus miedos”, “supera tus miedos” o esa frase que he hecho propia, “hazlo, si te da miedo, hazlo con miedo”.

Para continuar con el miedo quiero introducir otra aclaración: tendemos a establecer una relación inequívoca entre miedo e inacción, como si el miedo fuera la causa última que provocara nuestra falta de acción. Creo más bien, que el miedo es, en muchas ocasiones, consecuencia de una causa anterior y en este sentido, el miedo solo se activa, recordemos que a modo de señal de alerta, para protegernos.

Las causas que pueden hacer activar una respuesta de miedo como bloqueadora de la conducta, pueden ser diversa naturaleza:

  • EMOCIONAL: un pensamiento limitante que provoque una parálisis directamente sin que el miedo intervenga. Por ejemplo: “no me lo merezco”, este pensamiento, libre de miedo, hará que no hagamos ningún esfuerzo para conseguir algo que queremos conseguir, sin que el miedo haya intervenido.
  • COGNITIVA: la evaluación (inconsciente o consciente) de que no podemos/sabemos hacer algo. Si quiero ser campeona olímpica de gimnasia rítmica pero tengo unas características físicas que me lo impiden (alteración cardiaca), haré una evaluación, libre de miedo, real y objetiva y eso provocará una parálisis. Puede ocurrir que, en mi trabajo haya una vacante para una posición en el extranjero y mi nivel del idioma nativo, no sea el necesario, nuevamente sin miedo habrá un bloqueo de la acción y no presentaré mi candidatura. Vemos que, en realidad, este pensamiento es real (todo pensamiento es real, me refiero al juicio que encierra), es que, no nos han enseñado a ser emprendedores, a “dejarlo y todo y encontrar un plan b”, a afrontar situaciones, etc. o no quizás no contemos, en nuestro repertorio básico de conductas (RBC), de aquellas habilidades y/o conocimientos necesarios. Por lo tanto un juicio “realista” de esa situación conllevará una parálisis. Sí, ya sé lo que estás pensando y ¡tienes razón! Que no cuente, en el momento actual, con esa habilidad y/o conocimiento no quiere decir que no pueda ponerme a ello y por lo tanto puede ser causa (motivación) para la acción dirigida a la adquisición y/o desarrollo de esta habilidad/conocimiento demorando la acción dirigida a lo que realmente persigo hasta que este proceso me permita tener la preparación necesaria para afrontar el reto que me proponía. Pero lo cierto es que esa postergación, ya es parálisis, solo temporal, pero lo es y vemos que el miedo no está interviniendo (sí, también es cierto que el miedo al fracaso puede estar flotando, pero si no sabes inglés, con miedo o sin miedo, no te puedes ir a trabajar a Londres a ser profesor de conversación en inglés).

¿Qué ocurre con el miedo, por qué está tan denostado, por qué le echamos la culpa de todo y nos juzgamos a nosotros mismos por sentirlo?

Una posible respuesta, es que estamos bombardeados con historias de éxito y valentía que, en muchas ocasiones, nos hacen sentir aún peor porque nunca nos dicen que ese héroe antes de haberlo conseguido, se pasó “x meses” llorando por las esquinas hasta que encontró la manera, la fuerza y el ánimo necesarios para hacer su gran gesta. Creo profundamente que debemos conocer esas historias por el valor inspirador que tienen pero, a veces, están contadas en un tono épico que oculta el dolor, el miedo, la frustración… que también esas personas sintieron. Por otro lado, superar “episodios críticos” exige de una serie de recursos con los que podemos contar o no. Si no contamos con ellos, o contábamos con ellos pero han quedado anulados por la situación (podía andar pero un accidente me dejó sin movilidad; sabía hablar pero un shock me dejó sin habla; podía afrontar cualquier situación pero un dolor enorme me dejó sin esta capacidad), es imposible que la afrontemos con éxito. Las personas que tienen estas historias de éxito, han podido afrontarlas por dos motivos: la primera es obvia, contaban en su arsenal de recursos con la habilidad/conocimiento necesario. La segunda, no contaban con esta habilidad/conocimiento pero siguieron y recorrieron el camino necesario para estar preparados.

Por lo tanto, no, el éxito no es de los valientes, de los fuertes, de los que ocultan su dolor, etc. El éxito es de aquéllos que a pesar del dolor, del miedo, de la frustración, etc. siguen caminando y fruto de ese recorrido desarrollan la capacidad que no tenían y que les permite superar los obstáculos. Recordémoslo siempre: EL ÉXITO ALCANZADO ES LA CONSECUENCIA DE HABER RECORRIDO UN CAMINO: ¡PERSISTENCIA!

Evidentemente, lo primero que debemos hacer es tomar la decisión de querer recorrer ese camino, pero no, la decisión, siendo condición necesaria, no es suficiente.

Yo siempre (me) repetiré lo mismo: “HAZLO. SI TE DA MIEDO, HAZLO CON MIEDO”. Claro que importa lo que está pasando a tu alrededor, claro que puedes flaquear, claro que está permitido caerse… y si no puedes levantarte, quédate tumbado. Pero recuerda siempre que si no puedes más, solo debes parar, coger fuerzas y entonces, solo entonces, continuar. La vida contempla la posibilidad del error, de la incapacidad y del miedo, pero también contempla la posibilidad de la corrección, el aprendizaje, de seguir a pesar del miedo. A veces, “pararse, también es una acción”.

Todas esas personas de éxito, lo son porque supieron pararse, tomaron la decisión, aprendieron lo que necesitaron y siguieron intentándolo hasta que lo consiguieron.

Quiero acabar esta entrada dándole las gracias al miedo por haber cuidado de mí durante todos estos años, por ser ese aliado incansable que me acompaña y me protege, que me alerta y me prepara para la vida.

¡Gracias miedo! y perdóname si he sido injusto contigo, no he sabido entenderte, gracia a ti estoy vivo, gracias a ti estoy preparado, gracias a ti, soy una persona capaz de tomar las riendas de mi vida. Ahora deja que las tome, estoy listo para hacerlo, gracias de todo corazón.

¡TÚ TAMBIÉN PUEDES!

Estudio de casos

Imagina que te encuentras mal, identificas los síntomas como los de un infarto de miocardio y decides que debes pedir ayuda, ¿a quién recurres, al 112 o a tu vecino a quien ya le han dado 2 infartos antes?

En muchas ocasiones, usamos como argumento eso de “si tú no lo has hecho antes, o no te ha pasado lo que a mí, ¿quién eres para aconsejarme?”

Yo llamaría al 112, y es que, aunque los asistentes de emergencias no hayan experimentado un infarto en sus propias carnes, han visto y estudiado tantos casos que saben perfectamente cómo actuar.

La Ciencia se basa, entre otras cosas, en el estudio de casos, por eso, una persona formada a la luz del método científico (hipotético/deductivo) tiene información más real y veraz (siempre y cuando los postulados de partida o el paradigma imperante sean verdaderos) que alguien que solo conoce “su caso”. Esto es cierto por dos motivos, a saber:

  1. En primer lugar, no es lo mismo conocer miles de casos similares, analizados con objetividad por diversos observadores, con resultados repetibles y que nos sirvan para predecir futuros resultados, con estudios rigurosos a lo largo del tiempo, etc. que tener información de un solo caso (por mucho que, ese caso, sea el propio).
  2. En segundo lugar, precisamente porque ese caso es el propio, tendremos únicamente la información que uno mismo ha extraído. Esta información estará sesgada por dos motivos: a) la observación se hará sin rigor, ya que probablemente el observador no lo haga de manera “científica”; b) mi propia subjetividad teñirá esa información poniendo mis expectativas, escaso conocimiento, etc.

Se ha impuesto una visión en la cual todos debemos saber de todo y opinar de todo sin dejar actuar a los expertos, esto es especialmente cierto en las ciencias sociales y de la salud, en las que, además hay un nivel de intrusismo claramente perjudicial.

Es cierto que muchos de los paradigmas actuales están muy mediatizados por las grandes multinacionales de la industria farmacéutica, por lobbies que defienden intereses mercantiles, por las ideologías religiosas y otros intereses. Es también cierto que hace falta una revisión de esos paradigmas y apostar por otros modelos más adecuados basados en intereses menos parciales. Pero ello nunca debe de ser sinónimo de que todo modelo que suene a diferente tenga cabida o que debamos negar las bondades del método científico.

A veces nos dejamos seducir por terapias y autores alternativos que proponen visiones románticas, ideales o revolucionarias pero que, poco o nada, tienen que ver con la realidad, por no hablar de la escasa preparación de estas personas, seguramente bienintencionadas, que quizá sean expertas en alguna materia pero carezcan de un poso de investigación que sustente sus resultados. Esto, además tiene una terrible consecuencia, la mala prensa que las “terapias alternativas” y otras ciencias milenarias y bien documentadas, están recibiendo.

Así vemos a facilitadores emocionales, consteladores, coachs, hechiceros y adivinos, terapeutas espirituales, chamanes, médicos, psicólogos, psiquiatras y un largo etcétera de pseudoprofesionales que hacen de sus terapias y/o tratamientos una práctica en la que cabe todo porque su buenintención y su intuición, así lo han determinado. Insisto, sin rigor científico, son solo peligrosos aprendices de brujo de los cuales debemos prevenirnos.

Todos, en nuestra profesión, nos hemos enfrentado a situaciones, casos, problemas… que no hemos vivido en nuestras carnes, pero que seremos capaces de afrontar porque la experiencia, el conocimiento y la capacidad de documentarnos, así lo permite. O todos los médicos han sufrido infecciones de riñón, todos los fontaneros han tenido que cambiar las “bajantes” de su edificio, todos los profesores han tenido hijos superdotados… pero seguro que, estamos mejor preparados que, quien “sin ciencia” afirma que la experiencia es la madre de la ciencia. Sin duda, la experiencia bien dirigida. Como explica Platón, en el llamado “mito de la caverna”, sin un método o guía, las sombras serán el único conocimiento al que tenga acceso y por lo tanto, lo daré por verdadero.

Pensemos en una persona que viviera hace 8.000 años, va caminando por un prado bajo un sol de justicia, se sienta a la sombra de un árbol, apoyado en su tronco y se duerma durante una hora. Al despertar observa que el sol ha modificado su posición y todos sabemos que los árboles no se mueven. La conclusión es clara, la tierra está quieta y el sol se mueve, además se mueve en círculos, luego el sol gira alrededor de la tierra.

La ciencia moderna, ha dado cabida aspectos que antes no se consideraban o si se hacía, era para empeorar las cosas. Así la dimensión espiritual del ser humano, la importancia de la alimentación natural, la educación en valores, el contacto con la naturaleza, la integración del ser humano en el contexto de un planeta que compartimos con otras especies de seres vivos, la concepción de la salud como un proceso multifactorial, etc. son todo aspectos que se integran en mayor o en menor medida.

Luchemos contra los viejos y rancios paradigmas, pero desde el rigor, el método y la sana intención de enriquecer el conocimiento que del universo y del ser humano tenemos. El estudio de casos, es la clave.

Un observador, que no ha emprendido el camino, pero que lo ha estudiado minuciosamente, puede ser mucho mejor guía que alguien que lo recorrió y tal vez, por casualidad, lo recorrió con éxito. Que nunca se nos olvide que, a veces, quien no ha recorrido un camino, no ha dejado de hacerlo por falta de capacidad, sino porque no es su meta. Ello no le quitará nunca el conocimiento del mismo.

Y tú, ¿a quién llamarías, a tu vecino o al 112?

Canto a la Alegría: Dolor, sufrimiento y tristeza

“El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional” (Buda). A partir de esta afirmación voy a tratar de explicar los conceptos de dolor, sufrimiento y tristeza tratando de romper con la visión, bajo mi punto de vista peyorativa que de estos procesos se está transmitiendo desde ciertos sectores que con el ánimo de insuflar (su visión del) optimismo, dan una visión sesgada y negativa.

Por dolor entendemos la reacción fisiológica y emocional natural que una persona experimenta ante un determinado evento lesivo, enfermedad o pérdida. Por ejemplo, tengo gripe y lo normal es que, como consecuencia de ésta, tenga esa sensación de “mal cuerpo”, dolor de cabeza, etc. Me golpeo un hombro contra una estantería, lo normal es que me duela; tengo una pérdida (fallecimiento de un ser querido, ruptura sentimental, amputación de un miembro, etc.) lo normal es que experimente dolor emocional.

Ante todos estos eventos el dolor es inevitable, es normal y natural. La naturaleza del ser humano usa ese dolor como respuesta inicial que modifica nuestra bioquímica y moviliza todos los recursos de afrontamiento necesarios para enfrentar la situación. En algunos casos, provocará conductas de evitación/huida frente al mismo evento, así, si he aprendido que meter el dedo en el enchufe es doloroso, no lo volveré a hacer (evitación). En otros casos, el dolor es una señal de alerta que nos avisa de que algo no marcha bien, si me duele un pie es porque debe haber alguna lesión (o el inicio de una posible lesión) y el dolor nos avisará para que paremos a fin de evitar que la lesión vaya a más. En el caso de una pérdida, el dolor emocional, es la reacción natural ante un suceso escapa a nuestro control, su función, nuevamente es movilizadora y por lo tanto adaptativa.

Puede ocurrir que el dolor, en cualquiera de sus manifestaciones, se convierta en crónico y desadaptativo y como tal habrá que tratarlo, pero en principio, es algo que forma parte de nuestra naturaleza y que vemos que tiene una utilidad adaptativa.

Respecto al dolor hay otro gran error de comprensión que abordaré en otra entrada: EL DOLOR NO ES NECESARIO COMO VÍA DE CRECIMIENTO. Es natural y es inevitable pero no es necesario. En algunos casos y dada su naturaleza de inevitabilidad, está presente pero como consecuencia ¡NO COMO CAUSA ÚNICA!

En el caso del sufrimiento, éste es subjetivo. Lo primero que debemos saber es que se puede tener dolor (se debe tener dolor) y no sufrir por ello. El sufrimiento es una respuesta emocional (no debemos confundir dolor emocional con sufrimiento) que como dice la máxima de Buda es opcional. En este sentido, el sufrimiento nace del juicio que hacemos de lo que nos está ocurriendo. Aclararé varios aspectos importantes sobre el sufrimiento.

En primer lugar, es opcional en tanto que podemos elegir, en la medida de nuestras capacidades, que no aparezca. Es importante entender que, como toda habilidad, precisa de un aprendizaje y entrenamiento. Por otro lado, no podemos exigirnos algo que no hemos desarrollado y por último y quizás más importante, el no sufrimiento no es sinónimo de enmascarar o “tragarse el dolor”. Una vez que el sufrimiento aparece, hay sacarlo y dejarlo ir. El sufrimiento mal encauzado provocará, en primer lugar, una falsa sensación de control y normalidad que nos puede llevar a tomar decisiones inadecuadas (el sufrimiento sigue presente y nuestro cerebro inconsciente actuará “motivado” por él). En segundo lugar, provocará una huella de sufrimiento que, tarde o temprano, se manifestará con creces.

En segundo lugar, una vez que no podemos evitar que aparezca, podemos modular su intensidad.

En tercer lugar, su carácter subjetivo hace que sea propio de cada cual y modificable a lo largo del tiempo. A mis 40 años, no me debería afectar la muerte de un personaje de ficción como cuando tenía 8 años. Podemos decir también que los distintos acontecimientos de la vida no nos afectarán de manera igual a todos por igual. Yo jamás he sufrido por un tema relacionado con dinero pero sufro con otros temas que alguien que sufre por temas relacionados con dinero, nunca sufriría. El corolario es claro: no juzgues el sufrimiento ajeno porque cada cual sufre con lo suyo.

En cuarto lugar, debemos entender que una consecuencia natural del sufrimiento (en la tristeza también ocurre) es la bajada de la energía y actividad. Imagina una persona que está sufriendo mucho y tiene un nivel alto de energía y actividad… suicidio y venganza son dos opciones que la naturaleza trata de evitar, por eso baja los niveles.

Por último, y siempre desde la compasión y aceptación de que si sufrimos no debemos juzgarnos (ni juzgar al otro), podemos intentar que ese sufrimiento, al menos, no sea paralizante (“si te da miedo, hazlo con miedo”).

En el caso de la tristeza, empezaré diciendo que se trata de una emoción adaptativa y necesaria, se puede estar triste (¡se debe estar triste!) y no sufrir por ello. La tristeza es tan necesaria, en términos adaptativos, como la alegría ya que supone una serie de modificaciones a nivel bioquímico, de juicios, etc. pero también es una señal de aviso para que nuestros seres queridos sepan de nuestra situación y se acerquen a dar apoyo. Por lo tanto, tiene una función (que la naturaleza “ha diseñado”) evolutiva y adaptativa.

Vivimos un tiempo en el que se está negando la posibilidad de sentirse triste, se juzga sin compasión el sufrimiento ajeno y se lucha contra el dolor (qué pésimo ejemplo dan esos deportistas que juegan “infiltrados”, es decir “chutados” para no sentir dolor) porque se desnaturaliza algo que, nos ha servido para protegernos. Somos de las pocas especies capaces de adaptarnos a todos los ambientes y situaciones y eso no se lo debemos, en exclusiva, a nuestra inteligencia o capacidad resolutiva, se la debemos, en parte, a nuestra capacidad para sentir emociones. Que no se nos olvide que el sufrimiento del otro, es una oportunidad de crecimiento para el grupo de referencia, por cuanto moviliza comportamientos que guiados por la empatía, comprensión, compasión y protección, harán que se fortalezcan los lazos (gratitud), se creen vínculos basados en la confianza (hoy por ti y mañana por mí), etc.

A veces pensamos un extremo y el opuesto, no debemos sentir dolor pero el dolor es la vía de crecimiento. Rara vez los extremos son adecuados, en los matices suele estar la clave. Entendamos el dolor, aceptémoslo y claro, una vez que lo hemos experimentado (como con cualquier experiencia de la vida, o acaso de la felicidad ¿no se puede aprender?) extraigamos algún aprendizaje.

Solo me queda aclarar una idea más, para ello usaré el concepto “autoapertura”, entiendo por éste el ejercicio o capacidad que una persona hace para expresar sus estados. Debemos entender que, una cosa es no estar en disposición de fingir una alegría que no sientes y otra cosa es ir contándole tus problemas a cualquiera. Debemos entender que una persona con pocas capacidades emocionales y/o empatía huirá de las situaciones en las que las emociones afloren y se sentirá incómoda. Elige bien quién es tu red de apoyo en esos momentos y no juzgues a quien no tiene esa capacidad, quizás esté sufriendo por ello y su respuesta de evitación/huida sea la única respuesta de enfrentamiento que conoce.

Para concluir, diré que todo dolor debe tener una función adaptativa y desaparecer cuando la ha cumplido, el sufrimiento solo debe ser una respuesta de una mente aun no experta en ese evento (se puede ser un experto enfrentando deudas bancarias pero un inexperto en afrontar que te roben el coche) pero que debe diluirse, lo antes posible y la tristeza debe ser una reacción frente a un evento y no una actitud frente a la vida. Todos estos estados tienen una función: reparar para continuar. Nunca te recrees en tus estados, entiende que cumplen una función que los puedes modular y sal de ahí cuanto antes. Si tienes que llorar, hazlo, pero para desahogarte no como estilo de vida. Y como dice la canción, “si hay que llorar, es mejor frente al mar”.

En esta entrada pretendo romper una lanza por la felicidad pero, bajo mi punto de vista todo pasa por aceptar con normalidad todos los estados sin juzgarnos. Si estás triste, no dejes de hacer lo que tienes que hacer (en la medida delo posible), acepta con alegría que estás vivo, entiende que es algo pasajero y trabaja para hacer que la tristeza se vaya. Si estás sufriendo, detecta la causa, identifica la emoción que produce en ti deja que se diluya con amor y sin perder la ilusión por vivir y si te duele, pon los medios para sanar y trata de que no vuelva a ocurrir y si no puedes evitarlo, trata de aminorar los daños. Y si estás feliz, trata de contagiar tu felicidad a otros.

En cualquier caso, estés como quiera que estés, nunca dejes de dar las gracias por la vida, sufre con optimismo, llora con la alegría de saber que queda menos para que el sol vuelva a salir. Permítete ser un ser humano y toma el tiempo justo para salir de ahí y siempre, busca la plenitud y felicidad. Para ello, lo más importante: haz algo, siempre haz algo, por poco que sea, ¡haz algo!

¡No pienses en un elefante rosa!

Tarde, ya lo has hecho, ¿verdad?

Este ejemplo se usa para demostrar el carácter reactivo de la mente. Ante un determinado estímulo, una orden en este caso, la mente, dado este carácter reactivo, procesa la información aunque, dada la naturaleza de la orden, la contradecimos.

Este ejemplo se ha usado (mal usado) para tratar de sostener una afirmación falsa y es que la mente no entiende la palabra no por lo que debemos darnos instrucciones siempre en positivo.

Lo voy a rebatir con otro ejemplo:

Imagina que vas por la calle, se acerca un amigo con un perro de grandes dimensiones (también en sus dientes). Si eres como yo, sentirás un gran deseo de acariciarlo, pero antes preguntas:

“¿puedo tocarlo?”

supongamos que el dueño te dice: “te recomiendo que NO lo toques”.

Creo que tod@s (todas nuestras mentes) entenderíamos ese NO y no lo tocaríamos aunque según la afirmación de que la mente no entiende el NO, en realidad habríamos entendido “te recomiendo que lo toques”.

Entonces, en qué quedamos, ¿por qué en el primer caso, el “no” parece invisible y en el segundo es muy visible?

La respuesta está en el funcionamiento del cerebro. Sabemos que el cerebro es un órgano que, aunque presenta, como una de sus grandes características una  gran plasticidad, se organiza con gran especialización. Hay zonas para la memoria, áreas para el procesamiento de la información sensorial, juicio crítico, etc.

Con el lenguaje también ocurre, hay áreas se encargan del procesamiento visoespacial (lectoescritura), áreas que contienen la información conceptual y los significados se almacenan en otros. Por lo tanto, vemos que todas estas áreas intervienen de manera coordinada, aportando cada una de ellas algo en el proceso. Por último debemos entender la función “moduladora” del lóbulo frontal que es el que razona, inhibe las conductas primitivas, etc.

Antes de continuar os hablo de algo que a tod@s, en alguna ocasión, nos ha pasado: “tenerlo en la punta de la lengua”. Es muy frecuente que reconozcamos a una persona pero no recordemos su nombre o este fenómeno de “lo tengo en la punta de la lengua” en el cual sabemos algo pero no sabemos cómo explicarlo o cómo nombrarlo (anomia). Ocurre porque el área encargada del concepto “hace bien su trabajo” y activa el significado, pero el área que almacena los “nombres de las cosas”, no lo hace.

Qué ocurre cuando escuchamos la frase “no pienses en un elefante rosa”, el área encargada del procesamiento de las palabras “rescata” el significado de cada una de ellas y por eso tenemos la percepción de que hemos desoído la palabra NO. Pero si lo analizamos bien, no estamos desoyendo la orden, en realidad no nos hemos puesto a reflexionar sobre la existencia de los elefantes rosas, sobre sus hábitos alimentarios… solo ha intervenido un área del procesamiento del cerebro, la que almacena los conceptos y los activa para poder procesar el estímulo que ha recibido. Es decir, dado que el cerebro no puede dejar de procesar la información que recibe, me refiero a las áreas que intervienen en este procesamiento, procesa (reacciona) conceptualmente las palabras. Pero el lóbulo frontal, en realidad, sí está haciendo caso y no “se moviliza” quedando sin respuesta la instrucción, insisto, solo hay activación conceptual.

En el segundo caso, el del perro, sí que hay una movilización, en este caso inhibidora de la conducta (acariciar al perro).

Podéis investigar sobreTeoría de los procesos irónicos (Wegner, 1994)que ofrece también una explicación a este proceso.

Otra cosa es que usar un lenguaje positivo, tanto con un@ mism@ como con l@s demás, sea una buena y recomendable estrategia de comunicación.