
El fallecimiento de un ser querido supone, sin lugar a dudas, uno de los mayores dolores que debemos afrontar. Si además esta pérdida es la de un hijo, el escenario vital que se abre es de una exigencia extraordinaria.
En muchas ocasiones nos dejamos llevar por el discurso popularizado en RRSS y literatura no especializada en la que se presentan modelos de afrontamiento en los impera la evasión, el auto engaño o la happycracia entendida como la tiranía de la búsqueda de la felicidad y el consecuente juicio social a quien no cumple con los cánones del “happy” (modelo de ser evolucionado/empoderado).
Mi propuesta tiene más que ver con un modelo basado en los desarrollos de la Psicología entendida esta como la ciencia que estudia la conducta humana y los procesos mentales. Al ser bastante amplia, para su estudio y aplicación se divide en dos vertientes: la psicología básica y la psicología aplicada. Como en toda ciencia, no caben las opiniones y/o especulaciones sino los datos empíricos extraídos del estudio de casos.
Hay diferentes modelos y propuestas, no seré yo quien defienda una postura única y verdadera, pero en mi experiencia el modelo de aceptación y compromiso es el más respetuoso con el proceso y el que ofrece un escenario de sanación más adaptativo, coherente y funcional.
Cabe decir, que cada duelo es único y tendrá sus singularidades y características por lo que debemos aceptar que cada caso/situación será única.
¿Cuándo o cómo se supera la pérdida?
Te invito a que reformulemos esta pregunta: el objetivo de un proceso de afrontamiento de duelo es aprender a vivir con el recuerdo, permitir que el dolor poco a poco se vaya diluyendo respetando y aceptando que puede volver a aparecer a lo largo de toda la vida y aceptando que con todo: hay que seguir.
La clave es entonces ser capaz de seguir, hay que aprender a que la muerte, y la pérdida que ésta supone, no te frene.
El objetivo no puede ser olvidar a ese ser querido o evitar que te duela, sino reducir el impacto de ese dolor y convertirlo en no incapacitante. Se trata de no sufrir, se trata de poder seguir, se trata de integrar, se trata de volver a sonreír… pero entiendo siempre que se trata de una conquista consecuencia de un proceso bien elaborado.
A continuación puedes leer algunos consejos:
- Paciencia, tenemos que darnos el tiempo necesario.
- Tolerancia, no somos perfectos y habrá cosas de la situación y de nosotros mismos que no nos gusten.
- No juicio, estemos libres de culpa, de expectativas, de autoverbalizaciones negativas por no entender el dolor propio y ajeno.
- Permitir que las emociones se elaboren. el dolor, la tristeza, la ira, la desesperanza, el miedo… son normales y cumplen su función, pero nunca debemos caer en el abandono o la violencia. Estas irán dando paso a la calma, una tristeza menos dolorosa y al inicio de una nueva vida. Déjalas actuar siempre dentro de unos parámetros saludables.
- Serenidad, permite que los pensamientos se aclaren.
- Dedicación, hay que trabajar para facilitar el proceso, se proactivo, pide ayuda, intentar dar un pasito más cada día.
- Recuerda que el verdadero duelo supone despedirse de la persona que eras antes de la pérdida y la reconstrucción de tu identidad y de tu vida.
Para ello la aceptación y el compromiso son fundamentales.
- Acepto que ha ocurrido, que no hay vuelta atrás, que hay que seguir sin esa persona y que tengo derecho a volver a ser feliz.
- Me comprometo con la vida, con mi nueva vida, con mi crecimiento ya no desde el hecho de la pérdida o la persona perdida, si no desde mí como centro de mi existencia.
Mención especial merece el afrontamiento en niños, ¿cómo acompañarlos, cómo contarles lo que ha ocurrido?
Sería muy complejo abordar en este artículo toda la casuística que podemos describir. Sí que diré que lo hagamos con naturalidad. Va a depender de la edad y madurez del niño, de experiencias previas, de qué vínculo había con la persona fallecida, etc.
Consejos:
- Normalizar la muerte a través de la vivencia de la pérdida con mascotas. Ese pececito que una mañana aparece flotando boca arriba, ese pajarito que de repente aparece en el fondo de la jaula, ese perrito que poco a poco se va apagando, nos permite vivenciar lo que la muerte supone y lo único que entendemos (también los adultos) de ella: que no volveremos a ver a ese pez, pájaro…
- Expliquemos que no es un abandono, los niños en su inmadurez/egocentrismo tienen un sistema de atribuciones centrado en ellos de tal manera que pueden pensar que la pérdida es en realidad un abandono porque han hecho algo que provoca una pérdida de amor y “por eso se aleja de mí”. Frases como “la abuelita te quiere y si pudiera estaría aquí contigo y con nosotros”, “no nos ha abandonado, ha tenido que irse”.
- Expliquemos las cosas con normalidad, respetando el proceso madurativo del niño, aceptando que habrá cosas que no entienda sin que ello suponga que hay que mentir (mentirijillas piadosas). Nunca nos cebemos, nunca vayamos más allá de lo estrictamente necesario y siempre desde la dulzura y sensibilidad.
- Decir “no lo sé” con normalidad. Habrá preguntas que no sepamos responder y forma parte de la relación entre padres/madres e hijos poder presentarnos como personas que también tienen dudas y desconocen ciertos aspectos de la vida.
- Mostrar nuestras emociones, si nos escondemos les estaremos privando de mostrarles un modelo en el que la expresión del dolor, es normal (siempre dentro de unos límites) y nos estaremos privando de vivirlo juntos, de elaborar la pérdida y el episodio juntos.
- Buscar ayuda y/o consejo si consideramos que no estamos capacitados para afrontarlo.
Quizás podríamos hacer un abordaje en términos transcendentales, espirituales y/o religiosos, sin duda, esos pensamientos, esa necesidad, esa realidad… estará presente. No me corresponde a mí, no en este artículo, abordar este tema más que proponiendo respeto total a las creencias de cada cual.
En cualquier caso, un proceso de duelo por muerte de una persona querida, es un proceso complejo que va a precisar la movilización de una gran cantidad de recursos. Mi manera de acompañar a las personas involucradas en un duelo es tratar de aportar paz, amor y un espacio de protección libre de juicio en el que aliento el trabajo, la gestión/expresión de las emociones, la comunicación, corrección de los patrones de pensamiento que solemos usar a diario y que ahora se manifiestan con toda su crudeza y ante todo proponiendo la aceptación y amor, mucho amor, manifestado en forma de ternura y compasión.
(Infografía basada en modelo Kübkler-Ross y otros.)