“Ser y Hacer”

Suele haber debate sobre qué es antes el SER o el HACER. Es un debate, por otro lado, clásico que ya mantuvieron, entre otras personalidades, Kant y Nietzsche.

En realidad desde una óptica más amplia, HACER (Acción) y Ser (Esencia) son las dos caras de la misma moneda, son realidades indivisibles que se retroalimentan la una a la otra.

Presenciamos muchos “métodos” y planteamientos teóricos, filosóficos y espirituales que pretenden guiarte en esta búsqueda (ontológica) de la esencia. Normalmente, la propuesta es una propuesta racional, a veces enmascarada en velos de la mente por cuanto tratamos de alcanzar desde la introspección, el autoconocimiento y otras herramientas de conocimiento, algo que escapa al ámbito de la mente. Por otro lado, tenemos los intentos de “anular” la presencia de la mente o de una de sus funciones más significativas: las emociones, hasta el punto de proponer que las emociones residen fuera de la mente.

Pero más allá de la elucubración, el autoconocimiento y la introspección está el descubrir. O ¿acaso esperas autoconocerte desde la mente, desde tus propios “a priori” (Kant)?

Respóndeme a una pregunta (también clásica) si te observas desde ti mism@, ¿cómo vas a verte con “objetividad”? La opción de “salir de un@ mism@” para observarte desde afuera ¿tiene sentido?

Bajo mi punto de vista, un punto de vista aprendido, no puedo atribuirme tal mérito, es haciendo como te descubres, como tienes la posibilidad de alcanzar la certeza del encuentro verdadero contigo mism@. Y desde ese encuentro fruto de reconocerse en el camino emana el Ser, tu esencia.

Pero, ¿haciendo qué?

Yo te animo a seguir un principio que también he aprendido: “Hazlo desde el corazón”. Ahora te puedes estar preguntando, ¿cómo sé que lo hago desde el corazón? Créeme, solo haciendo lo puedes saber, solo haciendo puedes indentificarte con lo que haces, solo haciendo puedes reconocer tu obra, como solo recorriendo el camino puedes reconocer si es tu camino.

Te invito a que rompas las cadenas que te aferran a ti mism@ y a l@s demás, alcanza el ejercicio de la verdadera libertad. Desde ese estado puedes hacer de una manera plena y consciente para seguir encontrándote y liberando tu esencia para seguir haciendo y siendo en un flujo constante y creciente que te conducirá a aquello que le da sentido a tu vida (por qué). Ese ese sentido el que debe guiar tu “para qué”.

Sentido y propósito, ser y hacer, por qué y para qué, alinéalos, pon a tu mente al servicio de tu corazón y podrás hacer de tu vida una historia digna de ser contada.

Hablaremos de ello en otra entrada.

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