Sobre el miedo, hay muchísima literatura, puedes leer y aprender mucho. Pensemos que el miedo es solo una emoción, con la misma importancia para la vida y la supervivencia, ni más ni menos, que las otras tres emociones básicas (alegría, tristeza, rabia), por lo tanto, no tiene entidad como tal. Si vemos un perro que nos amenaza y sentimos miedo, tengamos presente que el peligro, la amenaza, es el perro, no el miedo. El miedo, es solo una señal que activa una serie de patrones de respuesta. Por lo tanto, como ocurre con el hambre, es una información que nuestro sistema nervioso produce para que la tengamos en cuenta y actuemos en consecuencia después de evaluar la situación. Podríamos decirlo de una manera muy simple:
EL MIEDO ES SOLO UNA SEÑAL DE AVISO
Pero tendemos a no evaluar nada, hemos aceptado el poder del miedo para determinar nuestras reacciones sin pararnos antes a respirar, analizar y decidir conscientemente. De tal manera, que ante cualquier señal amenazante, dejamos que el miedo intervenga, se haga con las riendas de nuestra vida y entonces activamos todo el arsenal de respuestas a nuestra disposición (parálisis/evitación, huida, ataque, ansiedad…). Y es que le hemos dado al miedo el derecho a ocupar el timón de nuestra vida cuando él quiera, de tal manera que ya es una suerte de “interventor judicial” con plenos poderes para llegar y hacerse cargo de todo sin que nosotros cuestionemos nada, sería algo así como: tengo miedo, me paro, no lo intento, me cruzo de acera, no llamo, salgo corriendo, etc. y no nos cuestionamos que es solo un aviso ¡que no debemos desoír pero sí podemos desobedecer!
Pensemos que si el miedo es solo un aviso, podemos desobedecerlo, ¿verdad? Igual que puedo oír la señal del despertador y desobedecer su mandato de levantarme, puedo no hacer caso a la señal del miedo. Por lo tanto, no se trata tanto de eliminar el miedo, algo que ni podemos hacer, ni debemos hacer dada la importancia que, para la supervivencia, tiene. Se trata, más bien, de actuar a pesar del miedo. Parece que se impone una visión sobre el tema, con mensajes del estilo: “no tengas miedo”. Al respecto tenemos que hacer las siguientes consideraciones:
- El miedo es algo natural, adaptativo y sano. Gracias al miedo, tenemos información de los posibles riesgos que nos pueden acechar. Por lo tanto, tiene una función de protección.
- El miedo es solo una señal de alerta. Ya lo decíamos antes, ante una señal, somos libres de actuar de una manera u otra.
- También hemos comentado, que las grandes gestas, se han hecho acompañadas de grandes dosis de miedo. La clave es no dejar que el miedo te paralice. “Hazlo, si te da miedo hazlo con miedo.”
Podemos reformular la afirmación anterior “no tengas miedo” por “vence tus miedos”, “supera tus miedos” o esa frase que he hecho propia, “hazlo, si te da miedo, hazlo con miedo”.
Para continuar con el miedo quiero introducir otra aclaración: tendemos a establecer una relación inequívoca entre miedo e inacción, como si el miedo fuera la causa última que provocara nuestra falta de acción. Creo más bien, que el miedo es, en muchas ocasiones, consecuencia de una causa anterior y en este sentido, el miedo solo se activa, recordemos que a modo de señal de alerta, para protegernos.
Las causas que pueden hacer activar una respuesta de miedo como bloqueadora de la conducta, pueden ser diversa naturaleza:
- EMOCIONAL: un pensamiento limitante que provoque una parálisis directamente sin que el miedo intervenga. Por ejemplo: “no me lo merezco”, este pensamiento, libre de miedo, hará que no hagamos ningún esfuerzo para conseguir algo que queremos conseguir, sin que el miedo haya intervenido.
- COGNITIVA: la evaluación (inconsciente o consciente) de que no podemos/sabemos hacer algo. Si quiero ser campeona olímpica de gimnasia rítmica pero tengo unas características físicas que me lo impiden (alteración cardiaca), haré una evaluación, libre de miedo, real y objetiva y eso provocará una parálisis. Puede ocurrir que, en mi trabajo haya una vacante para una posición en el extranjero y mi nivel del idioma nativo, no sea el necesario, nuevamente sin miedo habrá un bloqueo de la acción y no presentaré mi candidatura. Vemos que, en realidad, este pensamiento es real (todo pensamiento es real, me refiero al juicio que encierra), es que, no nos han enseñado a ser emprendedores, a “dejarlo y todo y encontrar un plan b”, a afrontar situaciones, etc. o no quizás no contemos, en nuestro repertorio básico de conductas (RBC), de aquellas habilidades y/o conocimientos necesarios. Por lo tanto un juicio “realista” de esa situación conllevará una parálisis. Sí, ya sé lo que estás pensando y ¡tienes razón! Que no cuente, en el momento actual, con esa habilidad y/o conocimiento no quiere decir que no pueda ponerme a ello y por lo tanto puede ser causa (motivación) para la acción dirigida a la adquisición y/o desarrollo de esta habilidad/conocimiento demorando la acción dirigida a lo que realmente persigo hasta que este proceso me permita tener la preparación necesaria para afrontar el reto que me proponía. Pero lo cierto es que esa postergación, ya es parálisis, solo temporal, pero lo es y vemos que el miedo no está interviniendo (sí, también es cierto que el miedo al fracaso puede estar flotando, pero si no sabes inglés, con miedo o sin miedo, no te puedes ir a trabajar a Londres a ser profesor de conversación en inglés).
¿Qué ocurre con el miedo, por qué está tan denostado, por qué le echamos la culpa de todo y nos juzgamos a nosotros mismos por sentirlo?
Una posible respuesta, es que estamos bombardeados con historias de éxito y valentía que, en muchas ocasiones, nos hacen sentir aún peor porque nunca nos dicen que ese héroe antes de haberlo conseguido, se pasó “x meses” llorando por las esquinas hasta que encontró la manera, la fuerza y el ánimo necesarios para hacer su gran gesta. Creo profundamente que debemos conocer esas historias por el valor inspirador que tienen pero, a veces, están contadas en un tono épico que oculta el dolor, el miedo, la frustración… que también esas personas sintieron. Por otro lado, superar “episodios críticos” exige de una serie de recursos con los que podemos contar o no. Si no contamos con ellos, o contábamos con ellos pero han quedado anulados por la situación (podía andar pero un accidente me dejó sin movilidad; sabía hablar pero un shock me dejó sin habla; podía afrontar cualquier situación pero un dolor enorme me dejó sin esta capacidad), es imposible que la afrontemos con éxito. Las personas que tienen estas historias de éxito, han podido afrontarlas por dos motivos: la primera es obvia, contaban en su arsenal de recursos con la habilidad/conocimiento necesario. La segunda, no contaban con esta habilidad/conocimiento pero siguieron y recorrieron el camino necesario para estar preparados.
Por lo tanto, no, el éxito no es de los valientes, de los fuertes, de los que ocultan su dolor, etc. El éxito es de aquéllos que a pesar del dolor, del miedo, de la frustración, etc. siguen caminando y fruto de ese recorrido desarrollan la capacidad que no tenían y que les permite superar los obstáculos. Recordémoslo siempre: EL ÉXITO ALCANZADO ES LA CONSECUENCIA DE HABER RECORRIDO UN CAMINO: ¡PERSISTENCIA!
Evidentemente, lo primero que debemos hacer es tomar la decisión de querer recorrer ese camino, pero no, la decisión, siendo condición necesaria, no es suficiente.
Yo siempre (me) repetiré lo mismo: “HAZLO. SI TE DA MIEDO, HAZLO CON MIEDO”. Claro que importa lo que está pasando a tu alrededor, claro que puedes flaquear, claro que está permitido caerse… y si no puedes levantarte, quédate tumbado. Pero recuerda siempre que si no puedes más, solo debes parar, coger fuerzas y entonces, solo entonces, continuar. La vida contempla la posibilidad del error, de la incapacidad y del miedo, pero también contempla la posibilidad de la corrección, el aprendizaje, de seguir a pesar del miedo. A veces, “pararse, también es una acción”.
Todas esas personas de éxito, lo son porque supieron pararse, tomaron la decisión, aprendieron lo que necesitaron y siguieron intentándolo hasta que lo consiguieron.
Quiero acabar esta entrada dándole las gracias al miedo por haber cuidado de mí durante todos estos años, por ser ese aliado incansable que me acompaña y me protege, que me alerta y me prepara para la vida.
¡Gracias miedo! y perdóname si he sido injusto contigo, no he sabido entenderte, gracia a ti estoy vivo, gracias a ti estoy preparado, gracias a ti, soy una persona capaz de tomar las riendas de mi vida. Ahora deja que las tome, estoy listo para hacerlo, gracias de todo corazón.
¡TÚ TAMBIÉN PUEDES!
Un comentario en «Querido amigo miedo»