Imagina que te encuentras mal, identificas los síntomas como los de un infarto de miocardio y decides que debes pedir ayuda, ¿a quién recurres, al 112 o a tu vecino a quien ya le han dado 2 infartos antes?
En muchas ocasiones, usamos como argumento eso de “si tú no lo has hecho antes, o no te ha pasado lo que a mí, ¿quién eres para aconsejarme?”
Yo llamaría al 112, y es que, aunque los asistentes de emergencias no hayan experimentado un infarto en sus propias carnes, han visto y estudiado tantos casos que saben perfectamente cómo actuar.
La Ciencia se basa, entre otras cosas, en el estudio de casos, por eso, una persona formada a la luz del método científico (hipotético/deductivo) tiene información más real y veraz (siempre y cuando los postulados de partida o el paradigma imperante sean verdaderos) que alguien que solo conoce “su caso”. Esto es cierto por dos motivos, a saber:
- En primer lugar, no es lo mismo conocer miles de casos similares, analizados con objetividad por diversos observadores, con resultados repetibles y que nos sirvan para predecir futuros resultados, con estudios rigurosos a lo largo del tiempo, etc. que tener información de un solo caso (por mucho que, ese caso, sea el propio).
- En segundo lugar, precisamente porque ese caso es el propio, tendremos únicamente la información que uno mismo ha extraído. Esta información estará sesgada por dos motivos: a) la observación se hará sin rigor, ya que probablemente el observador no lo haga de manera “científica”; b) mi propia subjetividad teñirá esa información poniendo mis expectativas, escaso conocimiento, etc.
Se ha impuesto una visión en la cual todos debemos saber de todo y opinar de todo sin dejar actuar a los expertos, esto es especialmente cierto en las ciencias sociales y de la salud, en las que, además hay un nivel de intrusismo claramente perjudicial.
Es cierto que muchos de los paradigmas actuales están muy mediatizados por las grandes multinacionales de la industria farmacéutica, por lobbies que defienden intereses mercantiles, por las ideologías religiosas y otros intereses. Es también cierto que hace falta una revisión de esos paradigmas y apostar por otros modelos más adecuados basados en intereses menos parciales. Pero ello nunca debe de ser sinónimo de que todo modelo que suene a diferente tenga cabida o que debamos negar las bondades del método científico.
A veces nos dejamos seducir por terapias y autores alternativos que proponen visiones románticas, ideales o revolucionarias pero que, poco o nada, tienen que ver con la realidad, por no hablar de la escasa preparación de estas personas, seguramente bienintencionadas, que quizá sean expertas en alguna materia pero carezcan de un poso de investigación que sustente sus resultados. Esto, además tiene una terrible consecuencia, la mala prensa que las “terapias alternativas” y otras ciencias milenarias y bien documentadas, están recibiendo.
Así vemos a facilitadores emocionales, consteladores, coachs, hechiceros y adivinos, terapeutas espirituales, chamanes, médicos, psicólogos, psiquiatras y un largo etcétera de pseudoprofesionales que hacen de sus terapias y/o tratamientos una práctica en la que cabe todo porque su buenintención y su intuición, así lo han determinado. Insisto, sin rigor científico, son solo peligrosos aprendices de brujo de los cuales debemos prevenirnos.
Todos, en nuestra profesión, nos hemos enfrentado a situaciones, casos, problemas… que no hemos vivido en nuestras carnes, pero que seremos capaces de afrontar porque la experiencia, el conocimiento y la capacidad de documentarnos, así lo permite. O todos los médicos han sufrido infecciones de riñón, todos los fontaneros han tenido que cambiar las “bajantes” de su edificio, todos los profesores han tenido hijos superdotados… pero seguro que, estamos mejor preparados que, quien “sin ciencia” afirma que la experiencia es la madre de la ciencia. Sin duda, la experiencia bien dirigida. Como explica Platón, en el llamado “mito de la caverna”, sin un método o guía, las sombras serán el único conocimiento al que tenga acceso y por lo tanto, lo daré por verdadero.
Pensemos en una persona que viviera hace 8.000 años, va caminando por un prado bajo un sol de justicia, se sienta a la sombra de un árbol, apoyado en su tronco y se duerma durante una hora. Al despertar observa que el sol ha modificado su posición y todos sabemos que los árboles no se mueven. La conclusión es clara, la tierra está quieta y el sol se mueve, además se mueve en círculos, luego el sol gira alrededor de la tierra.
La ciencia moderna, ha dado cabida aspectos que antes no se consideraban o si se hacía, era para empeorar las cosas. Así la dimensión espiritual del ser humano, la importancia de la alimentación natural, la educación en valores, el contacto con la naturaleza, la integración del ser humano en el contexto de un planeta que compartimos con otras especies de seres vivos, la concepción de la salud como un proceso multifactorial, etc. son todo aspectos que se integran en mayor o en menor medida.
Luchemos contra los viejos y rancios paradigmas, pero desde el rigor, el método y la sana intención de enriquecer el conocimiento que del universo y del ser humano tenemos. El estudio de casos, es la clave.
Un observador, que no ha emprendido el camino, pero que lo ha estudiado minuciosamente, puede ser mucho mejor guía que alguien que lo recorrió y tal vez, por casualidad, lo recorrió con éxito. Que nunca se nos olvide que, a veces, quien no ha recorrido un camino, no ha dejado de hacerlo por falta de capacidad, sino porque no es su meta. Ello no le quitará nunca el conocimiento del mismo.
Y tú, ¿a quién llamarías, a tu vecino o al 112?
Claro y preciso
Gracias Raúl, ya eres mi “fun number 1”