Canto a la Alegría: Dolor, sufrimiento y tristeza

“El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional” (Buda). A partir de esta afirmación voy a tratar de explicar los conceptos de dolor, sufrimiento y tristeza tratando de romper con la visión, bajo mi punto de vista peyorativa que de estos procesos se está transmitiendo desde ciertos sectores que con el ánimo de insuflar (su visión del) optimismo, dan una visión sesgada y negativa.

Por dolor entendemos la reacción fisiológica y emocional natural que una persona experimenta ante un determinado evento lesivo, enfermedad o pérdida. Por ejemplo, tengo gripe y lo normal es que, como consecuencia de ésta, tenga esa sensación de “mal cuerpo”, dolor de cabeza, etc. Me golpeo un hombro contra una estantería, lo normal es que me duela; tengo una pérdida (fallecimiento de un ser querido, ruptura sentimental, amputación de un miembro, etc.) lo normal es que experimente dolor emocional.

Ante todos estos eventos el dolor es inevitable, es normal y natural. La naturaleza del ser humano usa ese dolor como respuesta inicial que modifica nuestra bioquímica y moviliza todos los recursos de afrontamiento necesarios para enfrentar la situación. En algunos casos, provocará conductas de evitación/huida frente al mismo evento, así, si he aprendido que meter el dedo en el enchufe es doloroso, no lo volveré a hacer (evitación). En otros casos, el dolor es una señal de alerta que nos avisa de que algo no marcha bien, si me duele un pie es porque debe haber alguna lesión (o el inicio de una posible lesión) y el dolor nos avisará para que paremos a fin de evitar que la lesión vaya a más. En el caso de una pérdida, el dolor emocional, es la reacción natural ante un suceso escapa a nuestro control, su función, nuevamente es movilizadora y por lo tanto adaptativa.

Puede ocurrir que el dolor, en cualquiera de sus manifestaciones, se convierta en crónico y desadaptativo y como tal habrá que tratarlo, pero en principio, es algo que forma parte de nuestra naturaleza y que vemos que tiene una utilidad adaptativa.

Respecto al dolor hay otro gran error de comprensión que abordaré en otra entrada: EL DOLOR NO ES NECESARIO COMO VÍA DE CRECIMIENTO. Es natural y es inevitable pero no es necesario. En algunos casos y dada su naturaleza de inevitabilidad, está presente pero como consecuencia ¡NO COMO CAUSA ÚNICA!

En el caso del sufrimiento, éste es subjetivo. Lo primero que debemos saber es que se puede tener dolor (se debe tener dolor) y no sufrir por ello. El sufrimiento es una respuesta emocional (no debemos confundir dolor emocional con sufrimiento) que como dice la máxima de Buda es opcional. En este sentido, el sufrimiento nace del juicio que hacemos de lo que nos está ocurriendo. Aclararé varios aspectos importantes sobre el sufrimiento.

En primer lugar, es opcional en tanto que podemos elegir, en la medida de nuestras capacidades, que no aparezca. Es importante entender que, como toda habilidad, precisa de un aprendizaje y entrenamiento. Por otro lado, no podemos exigirnos algo que no hemos desarrollado y por último y quizás más importante, el no sufrimiento no es sinónimo de enmascarar o “tragarse el dolor”. Una vez que el sufrimiento aparece, hay sacarlo y dejarlo ir. El sufrimiento mal encauzado provocará, en primer lugar, una falsa sensación de control y normalidad que nos puede llevar a tomar decisiones inadecuadas (el sufrimiento sigue presente y nuestro cerebro inconsciente actuará “motivado” por él). En segundo lugar, provocará una huella de sufrimiento que, tarde o temprano, se manifestará con creces.

En segundo lugar, una vez que no podemos evitar que aparezca, podemos modular su intensidad.

En tercer lugar, su carácter subjetivo hace que sea propio de cada cual y modificable a lo largo del tiempo. A mis 40 años, no me debería afectar la muerte de un personaje de ficción como cuando tenía 8 años. Podemos decir también que los distintos acontecimientos de la vida no nos afectarán de manera igual a todos por igual. Yo jamás he sufrido por un tema relacionado con dinero pero sufro con otros temas que alguien que sufre por temas relacionados con dinero, nunca sufriría. El corolario es claro: no juzgues el sufrimiento ajeno porque cada cual sufre con lo suyo.

En cuarto lugar, debemos entender que una consecuencia natural del sufrimiento (en la tristeza también ocurre) es la bajada de la energía y actividad. Imagina una persona que está sufriendo mucho y tiene un nivel alto de energía y actividad… suicidio y venganza son dos opciones que la naturaleza trata de evitar, por eso baja los niveles.

Por último, y siempre desde la compasión y aceptación de que si sufrimos no debemos juzgarnos (ni juzgar al otro), podemos intentar que ese sufrimiento, al menos, no sea paralizante (“si te da miedo, hazlo con miedo”).

En el caso de la tristeza, empezaré diciendo que se trata de una emoción adaptativa y necesaria, se puede estar triste (¡se debe estar triste!) y no sufrir por ello. La tristeza es tan necesaria, en términos adaptativos, como la alegría ya que supone una serie de modificaciones a nivel bioquímico, de juicios, etc. pero también es una señal de aviso para que nuestros seres queridos sepan de nuestra situación y se acerquen a dar apoyo. Por lo tanto, tiene una función (que la naturaleza “ha diseñado”) evolutiva y adaptativa.

Vivimos un tiempo en el que se está negando la posibilidad de sentirse triste, se juzga sin compasión el sufrimiento ajeno y se lucha contra el dolor (qué pésimo ejemplo dan esos deportistas que juegan “infiltrados”, es decir “chutados” para no sentir dolor) porque se desnaturaliza algo que, nos ha servido para protegernos. Somos de las pocas especies capaces de adaptarnos a todos los ambientes y situaciones y eso no se lo debemos, en exclusiva, a nuestra inteligencia o capacidad resolutiva, se la debemos, en parte, a nuestra capacidad para sentir emociones. Que no se nos olvide que el sufrimiento del otro, es una oportunidad de crecimiento para el grupo de referencia, por cuanto moviliza comportamientos que guiados por la empatía, comprensión, compasión y protección, harán que se fortalezcan los lazos (gratitud), se creen vínculos basados en la confianza (hoy por ti y mañana por mí), etc.

A veces pensamos un extremo y el opuesto, no debemos sentir dolor pero el dolor es la vía de crecimiento. Rara vez los extremos son adecuados, en los matices suele estar la clave. Entendamos el dolor, aceptémoslo y claro, una vez que lo hemos experimentado (como con cualquier experiencia de la vida, o acaso de la felicidad ¿no se puede aprender?) extraigamos algún aprendizaje.

Solo me queda aclarar una idea más, para ello usaré el concepto “autoapertura”, entiendo por éste el ejercicio o capacidad que una persona hace para expresar sus estados. Debemos entender que, una cosa es no estar en disposición de fingir una alegría que no sientes y otra cosa es ir contándole tus problemas a cualquiera. Debemos entender que una persona con pocas capacidades emocionales y/o empatía huirá de las situaciones en las que las emociones afloren y se sentirá incómoda. Elige bien quién es tu red de apoyo en esos momentos y no juzgues a quien no tiene esa capacidad, quizás esté sufriendo por ello y su respuesta de evitación/huida sea la única respuesta de enfrentamiento que conoce.

Para concluir, diré que todo dolor debe tener una función adaptativa y desaparecer cuando la ha cumplido, el sufrimiento solo debe ser una respuesta de una mente aun no experta en ese evento (se puede ser un experto enfrentando deudas bancarias pero un inexperto en afrontar que te roben el coche) pero que debe diluirse, lo antes posible y la tristeza debe ser una reacción frente a un evento y no una actitud frente a la vida. Todos estos estados tienen una función: reparar para continuar. Nunca te recrees en tus estados, entiende que cumplen una función que los puedes modular y sal de ahí cuanto antes. Si tienes que llorar, hazlo, pero para desahogarte no como estilo de vida. Y como dice la canción, “si hay que llorar, es mejor frente al mar”.

En esta entrada pretendo romper una lanza por la felicidad pero, bajo mi punto de vista todo pasa por aceptar con normalidad todos los estados sin juzgarnos. Si estás triste, no dejes de hacer lo que tienes que hacer (en la medida delo posible), acepta con alegría que estás vivo, entiende que es algo pasajero y trabaja para hacer que la tristeza se vaya. Si estás sufriendo, detecta la causa, identifica la emoción que produce en ti deja que se diluya con amor y sin perder la ilusión por vivir y si te duele, pon los medios para sanar y trata de que no vuelva a ocurrir y si no puedes evitarlo, trata de aminorar los daños. Y si estás feliz, trata de contagiar tu felicidad a otros.

En cualquier caso, estés como quiera que estés, nunca dejes de dar las gracias por la vida, sufre con optimismo, llora con la alegría de saber que queda menos para que el sol vuelva a salir. Permítete ser un ser humano y toma el tiempo justo para salir de ahí y siempre, busca la plenitud y felicidad. Para ello, lo más importante: haz algo, siempre haz algo, por poco que sea, ¡haz algo!

6 comentarios en «Canto a la Alegría: Dolor, sufrimiento y tristeza»

  1. Un aprendizaje de una reflexión, da las mejores y más profundas que he leído, voy a empezar a trabajar con este mensaje para seguir creciendo emocional y espiritualmente. Gracias.

    1. David me has inspirado un montón con tu mágica reflexión . Gracias por compartirla y ser inspiración .. Creciendo con el corazón siempre 🤗 trabajo diario .

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